¿Qué es?
En el ámbito del marketing, el valor añadido es un término que se refiere a las cualidades extra o diferenciales de un producto o servicio que hace que los usuarios y los consumidores las prefieran frente al producto o servicio de la competencia.
Este valor añadido es generado en la mente de los consumidores, en función de sus necesidades a satisfacer, así como de sus expectativas. Por lo tanto, para poder categorizar los productos y los servicios según su valor, estos llevan a cabo un análisis de las diferentes alternativas a las que pueden acceder.
¿Cómo conseguir el valor añadido?
Para que una empresa pueda conseguir el valor añadido, es necesario conocer, en primer lugar, cómo es el público objetivo de la empresa. Para ello, se deberá identificar cuáles son sus gustos, qué quieren que se les ofrezca, entre otras características que les definan.
Asimismo, también es necesario analizar su satisfacción tras haber realizado una compra para conocer cuáles son los beneficios que el consumidor obtiene cuando ya ha recibido el producto o ha disfrutado de un servicio.
Por último, el valor añadido hay que transmitirlo al cliente para que sea conocedor de las ventajas que puede conseguir al escogernos a nosotros, en lugar de a la competencia.
Elementos que aportan valor añadido
Según el segmento del mercado al que se dirija la empresa, así como las características que la definen, es posible brindar a los consumidores varios elementos que aportan valor añadido. Como ejemplos, se diferencian los siguientes:
- Venta asistida. Comprende el asesoramiento y la solvencia de dudas por parte de la atención al cliente. El objetivo es cerrar una venta.
- Comodidad. Puede generarse de diferentes formas como, por ejemplo, a través de un servicio de recogida y entrega a domicilio.
- Posibilidad de personalizar un producto. La dotación de personalidad y originalidad a los productos o servicios que consumen los clientes, ofrece a los consumidores diferenciación y destaque.
Asimismo, existen otras formas para aportar valor añadido a los productos y servicios que ofrecemos a los consumidores. Por ejemplo, la minimización de riesgos, el prestigio, el ofrecimiento de información, un precio que llame la atención del cliente, así como una experiencia de compra efectiva.